NUEVA LOJA, 12 de marzo de 2014 - INFORMA PRESS SUCUMBIOS.- Traemos al blog la entrevista publicada en Burgos, España, el domingo 10 de abril del 2011, en donde se reconoce que el mentor, organizador y ejecutor de todo el proceso judicial contra la compañía petrolera americana no era otro que el "Gran Capitán" de los misioneros carmelitas descalzos de Burgos, Mons. Gonzalo López Marañón, OCD.
Publicamos la íntegra, tal como salió en el Diario de Burgos. El entrevistador o autor del artículo no sabemos si será también carmelita. Los elogios que teje del Obispo Emérito pertenecen a su entusiasmo o imaginación. Los lectores tienen materia para hacer sus interpretaciones.
Solidaridad / El triunfo de un religioso que entregó su vida por los más pobres
DIARIO DE BURGOS, digital - Domingo, 10 de abril de 2011
El cura que venció a las petroleras
López Marañón, mostrando su reconocimiento en la Asamblea Nacional de Ecuador. Asamblea de Ecuador
H. Jiménez / Burgos
La comunidad amazónica de Ecuador que durante 40 años encabezó un carmelita burgalés acaba de ganar una demanda histórica de 9.000 millones de dólares a Chevron-Texaco por contaminar la selva.
Desde que el Vaticano le apartó de su obispado no para de recibir homenajes en el país sudamericano.
Como el Cid después de muerto, Gonzalo López Marañón puede presumir de haber logrado una gran victoria tras ser apartado del campo de batalla. Con una trayectoria de más de 40 años al frente de las comunidades indígenas del Amazonas ecuatoriano este carmelita burgalés contempla ahora desde su retiro obligado, en Quito, que los jueces han dado la razón a su pelea contra las petroleras. A veces el pastor David puede con el gigante Goliat.
Como el Cid después de muerto, Gonzalo López Marañón puede presumir de haber logrado una gran victoria tras ser apartado del campo de batalla. Con una trayectoria de más de 40 años al frente de las comunidades indígenas del Amazonas ecuatoriano este carmelita burgalés contempla ahora desde su retiro obligado, en Quito, que los jueces han dado la razón a su pelea contra las petroleras. A veces el pastor David puede con el gigante Goliat.
El Frente de Defensa de la Amazonía, una organización civil que él ayudó a crear como tantas otras del tejido social de la provincia de Sucumbíos, ha ganado una demanda contra la multinacional Chevron, heredera de Texaco, valorada en 6.648 millones de dólares por daños ambientales a los que habría que sumar un 10% según la ley ambiental del país sudamericano, por lo que la cifra final supera los 9.100 millones (unos 6.400 millones de euros).
El tribunal provincial que ha emitido la sentencia valora así la contaminación provocada por los más de 300 pozos petrolíferos en el entorno, que durante décadas (entre los años 60 y los 90) habrían vertido sustancias contaminantes a las aguas con daños no solo para el ecosistema y a la precaria economía agrícola de sus pobladores, sino también para la salud traducidos en altas tasas de cáncer.
Alrededor de 30.000 ecuatorianos estaban sumados a la demanda del Frente y la sentencia, pese a su cuantía, no satisface a los defensores de la amazonía porque consideran que omite algunos daños sin valorar. Evidentemente tampoco ha contentado a la petrolera, que ha detenido la aplicación de la sentencia y que a través de sus abogados ha anunciado la intención de recurrir hasta agotar todos los medios en instancias nacionales e internacionales. Pase lo que pase, el caso Texaco, famoso en todo el mundo, se ha convertido en el paradigma de la colaboración entre movimientos sociales, ONG y especialistas legales frente a los abusos de las grandes firmas y los gobiernos inoperantes.
López Marañón, originario de Medina de Pomar, ya no estará en Ecuador para leer el veredicto final, pues próximamente regresará a la casa de los carmelitas del Paseo del Empecinado, tal y como esta misma semana confirmaron en la sede burgalesa. Pero a buen seguro que desde aquí seguirá informado del desarrollo de los hechos gracias a sus contactos en Sucumbíos y a una red ciudadana tremendamente activa que agita los foros de opinión y debate en internet.
En ellos todavía colea el traumático cese del ya ex obispo de Sucumbíos, apartado en noviembre por orden del Vaticano y sustituido por los Heraldos del Evangelio, grupo conservador cuya indumentaria de estilo militar chirría sobremanera en contraste con la humildad del carmelita que hasta ahora pastoreaba esas comunidades. López Marañón ha sido considerado el último purista de la Teología de la Liberación, esa corriente que hace 40 años rasgó a la iglesia latinoamericana y que tiene a la defensa de los más pobres por bandera.
Esa labor fue reconocida el pasado mes de marzo por el Gobierno de Ecuador, cuyo presidente Rafael Correa le impuso la Condecoración Nacional al Mérito, en el grado de Caballero. También la Asamblea Nacional de Ecuador le otorgó un homenaje a su labor social. Y la Universidad Andina Simón Bolívar de Ecuador le nombró el 23 de febrero Doctor Honoris Causa por su trabajo con los indígenas.
Ese día, en un emotivo discurso con constantes referencias a la labor misionera, a los pobres y a la necesidad de que la Iglesia vuelva de nuevo sus esfuerzos a los más necesitados, mencionaba una vez más la terrible huella causada por el oro negro y los restantes abusos de los explotadores de la selva: «Aquella amazonía virgen que yo conocí en mi inocencia misionera es ahora paraíso herido, seriamente quebrado por la contaminación petrolera, las fumigaciones aéreas y la deforestación de toda especie, ocasionada principalmente por los clásicos arranchadores de la madera, legales o ilegales».
Estas navidades conversó por teléfono con DB y contaba que cuando llegó a la selva allí no había absolutamente nada. Pero nada de nada. Ni carreteras, ni edificios, ni ningún tipo de dotación. Por supuesto tampoco agua corriente o electricidad. Solo gente humilde, muchos indios y negros, que él aglutinó y capitaneó sin callarse las verdades hasta molestar incluso a las más altas instancias de Roma.
Por eso le ordenaron marcharse precipitadamente. Ya había cumplido 75 años y, siguiendo los cauces reglamentarios marcados por la Iglesia, había presentado su renuncia ante el Papa, pero su aceptación estuvo rodeada, según sus propias palabras, «de un aliño muy especial».
Monseñor López Marañón, al que sus fieles despidieron con un homenaje multitudinario, dejó en su charla con este periódico frases demoledoras: «Hay una forma de Iglesia que se atiene más al poder y al prestigio que al seguimiento de Jesús». «Una de las polémicas por las que yo creo que se me juzgará es haber creído en la gente. En la gente pobre». O «los pobres no necesitan favores, necesitan reconocimiento».
Ahora esos pobres ya cuentan, como mínimo, con una primera sentencia en la que se reconoce su dignidad, sus derechos y la forma en la que los poderosos magnates del oro negro los estuvieron pisoteando mientras pudieron.