"Esto no hay quien lo pare". "Después de haber conocido el verdadero rostro de la Iglesia Católica, no podemos volver a la "iglesia diferente" que quería implantar aqui Fray Gonzalo, OCD, y sus sacerdotes diocesanos dirigidos y formados por los carmelitas españoles de Isamis". Asi lo proclamaba la señora María del Carmen, que prefirió no identificarse por miedo a las represalias que en algunas zonas se estan dando contra los partidarios de la nueva Administración del Vicariato.
Por mas que el Delegado Pontificio haya llegado a Nueva Loja con la aureola de haber conseguido que el anciano Obispo Emérito, Fray Gonzalo, desistiese de su Campamento Penitencial en la calles de Quito, en la capital de la Provincia cada día aumenta el entusiasmo y fervor de los que salen a las calles centrales para pedir el regreso de Monseñor Rafael y sus sacerdotes católicos.
Con estos actos de piedad la población manifiesta su auténtico amor a la Iglesia Católica Apostólica y Romana; se pide por la paz en la provincia y en el mundo, y por el pronto regreso de Monseñor Rafael y sus Heraldos del Evangelio. Al mismo tiempo, los fieles rechazan vehementemente todas las ofensas vertidas por los isamitas contra el Papa Benedicto XVI, contra el Nuncio, contra Mons. Arregui y contra los Heraldos.
Un clamor se oía en la última procesión: "la luz de cada una de las velas que aqui portamos, es la esperanza del cambio en la iglesia de Sucumbíos". Hay todavía algunos sectores isamitas que siguen creando problemas, especialmente en las comunidades que frecuentaba el sacerdote diocesano rebelde padre Edgard Pinos, a quien el Delegado Pontificio ha mantenido en su cargo de Vicario Pastoral hasta julio de este año.
En el momento que jueces de Sucumbíos levantan el asunto del bombardeo del campamento guerrillero de las Farc, por tropas colombianas, en 2008, se hace público que la región donde este, y otros campamentos tenían sus instalaciones e infraestructura era justamente la "zona pastoral" del Vicario Padre Edgard Pinos. En las comunidades próximas a Angostura todavía se encuentran isamitas que colaboraban con la ACNUR para atender a "refugiados colombianos". Muchos de esos campamentos han desaparecido después del bombardeo.
Mayores informaciones sobre estas procesiones pueden verse,
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