jueves, 19 de mayo de 2011

Gobernadora de Sucumbíos pide que la Iglesia resuelva sus asuntos

NUEVA LOJA, 19 de mayo de 2011 – INFORMA PRESS AGENCIA.- La noticia ha circulado de todas las maneras imaginables. Y como no se dan los comunicados correspondientes de las partes interesadas, la confusión acaba instalándose en las cabezas de las personas que están preocupadas con el conflicto causado por la desobediencia de los padres carmelitas.
Hasta el momento presente, y ya van seis meses desde que vino el nuevo Administrador Apostólico, Mons. Rafael Ibarguren EP, no hemos visto por parte de la Nunciatura, ni de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, un deseo explícito de poner término a esta rebeldía de seis frailes carmelitas españoles, tres sacerdotes diocesanos y dos religiosos de la Consolata. Once miembros de la Iglesia Católica que no obedecen a su Obispo, ni a su Superior General, ni al Papa. Y siguen agitando, como si nada les perturbase.
Al contrario, las autoridades civiles, que no deberían interferir en asuntos de la Iglesia, desde un principio tomaron posición contra el nombramiento realizado por el Papa, hicieron amenazas hasta de expulsión y claramente han apoyado a sus correligionarios carmelitas, que a pesar de ser una minoría numérica, por su disposición de luchar hasta el fin, están dispuestos hasta a pedir ayuda de la guerrilla colombiana que tranquilamente ha montado sus campamentos de recreo y aprovisionamiento en las tranquilas tierras del Vicariato de Mons. Gonzalo López, OCD.
Los cuadernos del “Ché Guevara” y otros manuales de guerrilla urbana que circulan por todas partes, o quizás lo hayan aprendido directamente en los campamentos guerrilleros, explican con detalle los pasos a seguir en situaciones como las que se están viviendo en Nueva Loja. En determinado momento hay que crear un conflicto, y si se consigue un muerto, es lo mejor. Ahí aparecen los moderados, con aires de pacificación, y toman siempre posición a favor de los amigos rebeldes.
La noticia que recién publica el periódico digital del gobierno de la revolución ciudadana, comprueba lo que acabamos de decir. El presidente se pone de lado, pero todos conocen su posición. La gobernadora, que no ha sabido estar a la altura de su cargo, se lava las manos y les lanza la pelota a quienes en realidad deberían haber resuelto este “conflicto” desde hace ya mucho tiempo.
Aquí están las letras de lo publicado:
“"En vista de que no se ha evidenciado que la Iglesia haya actuado con responsabilidad, el Gobierno Nacional ha hecho las gestiones pertinentes ante la Nunciatura Apostólica y la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, para que esto ocurra", expresó Morocho.
“Se ha solicitado que las congregaciones tanto de Heraldos como de Carmelitas, se dirijan a la ciudad de Quito a solucionar sus conflictos o sus controversias en donde realmente debían ser solucionados”, manifestó, haciendo énfasis en un reiterativo llamado a la paz, a la solidaridad y a los acuerdos.
“Aclaró que la competencia del Gobierno es mantener la paz en ambas partes. “No me cansaré al hacer un llamado a construir paz, a construir ciudadanía, a respetar los derechos de los y las ciudadanas, que para eso estamos aquí”, dijo.
“De su lado, el comandante General de Policía de Sucumbíos, Ignacio Benítez, explicó que la tarea principal de los uniformados es evitar que se den enfrentamientos entre los seguidores de las dos congregaciones, por lo que se ha pedido refuerzos policiales para mantener el orden. /SD Prensa Presidencial”.
Los Heraldos del Evangelio han obedecido inmediatamente, y creemos que lo habrán hecho con gusto: por obedecer y para que les dejen tranquilos. Y que resuelvan los Obispos sus conflictos internos. De los carmelitas, hasta el momento ya sabemos: ¡de obedecer nada! A ver si la señora Gobernadora se pone los pantalones y los saca fuera.
Los católicos tendrán que reunirse para rezar. Si los Heraldos, o Caballeros de la Virgen como aquí les conocemos, se quedan por Quito, peor para nosotros. A quien vamos a llamar para que nos echen a los carmelitas: con certeza no será a la señora Gobernadora.
Esperemos en paz, confiantes en la misericordia divina.